Luego de un largo viaje por Europa, regreso a mi país
Venezuela, para llenarme del calor que se llama familia. Encontrarme con mis
amistades de la infancia, ir a los sitios donde crecí; llenarme de la belleza
que se encuentra en mi ciudad. Sin embargo, el futuro sin duda, es intrigante. Para
quienes como yo, les apasiona la tecnología, la innovación, construir,
transformar o mejorar un dispositivo electrónico, necesitamos rodearnos de los
conocimientos y, especialmente, de las herramientas y materiales que permitan
desarrollar esa curiosidad tecnológica que se lleva dentro. Encuentro
fascinante las universidades como “Lisandro Alvarado” ó “Fermín Toro” por
capacitar altamente profesionales brillantes y nutridos para resolver cualquier
situación tecnológica que se presente, pero, tristemente según un estudio
realizado en el 2008 por la Universidad de Vanderbilt (ubicada en Estados
Unidos) el 47% de los estudiantes Venezolanos planean irse del país al
graduarse; en busca de mejores oportunidades de empleo o simplemente por el
hecho, de poder estar en el centro de los grandes avances tecnológicos.
Venezuela ofrece a muy altos costos este acceso a tecnologías de primera; para
quienes inician un proyecto necesitan financiación o apoyo gubernamental, el
cual, puede ser limitante para la creatividad del desarrollador. Existen
eventos donde se exponen las ideas tecnológicas, clubs donde se pueden
intercambiar ideas y establecer contactos profesionales, los cuales sin la
debida apertura necesaria para que estos eventos puedan darse a nivel
internacional; seguiremos apostando a la emigración de los talentos
Venezolanos. Compañías como Siragon, ya abrieron su horizonte al aliarse con
compañías extranjeras, dando un claro ejemplo, que el país forma profesionales
de calidad; que si tuviesen un mejor apoyo económico, no tuvieran que abandonar
el país y convertirnos sólo en consumidores y no desarrolladores de tecnología
competente a nivel mundial.
Enorgullece el proyecto piloto de la planta óptica,
porque su apuesta es la independencia tecnológica para complementar todas las
áreas que intervienen en la calidad de vida del Venezolano (salud, educación,
economía) sin embargo, sin un acceso amplio a dólares para importar materia
prima para desarrollar los microscopios y telescopios, este proyecto lamentablemente
permanecerá en piloto. Es probable, que sin una reforma educativa que apueste a
la tecnología bien utilizada, con propósitos de crear conocimientos (y no copiárselos),
sin una reforma económica que permita a inversionistas establecer sus negocios
para ampliar el mercado; peor aún, sin una mejora en la seguridad social; el
futuro del país seguirá emigrando al extranjero.